domingo, 30 de septiembre de 2012

A la otra parte

 He reservado este espacio, sólo para vosotros. Los que desde distintos países habeis entrado alguna vez en este blog; aunque sólo sea una, o por equivocación. Os quiero agradecer los segundo o minutos, que habeis dedicado a otear este pequeño espacio, inventado y creado para ser leido y observado.

 Esto nació hace ya algunos meses, como medio de comunicación entre dos mundos que se iban a separar por primera vez. Era una insinuación para que escribiese como me encontraba sin necesidad de decirlo claramente, ya que estaba claro que contaría más a ojos sin caras que a oídos conocidos. Fue un empujoncito para la necesidad imperiosa de un remolino tormentoso de palabras de salir de mi cabeza. La idea de las fotos era, para animarme a explorar el mundo de la fotografía, y ser un apoyo para adquirir, definitivamente un tesoro, una reflex. Sí, he de confensar que eso aún no ha llegado, pero vendrá.
 
 En especial te agradesco, Alberto que me metieras en esto, que te preocupes por mi blog, que me cites en el tuyo (lo que es un gran honor), que me comentes las entradas (pues siempre he deseado crear algo interactivo), te agradezco que estés ahí y que formes parte de mi viaje en la vida. Silvia a tí, la escritora y amiga, gracias por el premio (pero eso es otro tema a resolver); y si es verdad que tienes un lápiz colorado con un librito guardado, será un orgullo leer tus creaciones. Esto no sería lo mismo sin vuestro apoyo.
 
 No puedo ponerle nombre a muchos más de los que habeis leido este blog, pero
os estoy igual de agradecida. Para mí en estos ocho meses que llevo en Berlín, ha sido una bocanada de aire fresco ver que las visitas aumentaban, y que vuestras nacionalidad o residencias eran muy distintas dentro del globo terráqueo. 

Lo último que os hago es una invitación para que interactueis y para que no dudes en darme algún consejo que creais que mejoraría este espacio, un lugar de cuentos inventados para su autora.

 La vida es un viaje, y nunca sabemos cuál es nuestro vehículo de automoción o dónde acaba las vías que encarrilan nuestras historias personales. Así que mientras compartamos tren, aunque sea virtual, yo estaré en el vagón de la cafetería, con un delicioso café, ansiosa de compartir una buena conversación.






                                                                       










                                                                                                                        ¡GRACIAS!

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mención al momento vivido.

 Había querido dedicar esta entradas a otras cosas diferentes, a vosotros los lectores de este pequeño blog por tener ya más de 500 visitas o a un premio que una gran amiga y persona le dedicó a este espacio. Pero, lo siento, no puedo. No puedo hacer oídos sordos y vista gorda a lo que ayer y hoy está pasando en mi país, España. No quiero relegarlo a otra posición que no sea la principal. Para esto hoy no hay frases elaboradas, ni sueños inventados; para hoy sólo me queda realidad. Hoy no mediré las formas.
 
 Muchos pensarán que los que nos fuimos no nos importa España. Que desde la distancia no volvemos la vista para ver que sucede. Que somos más de las nuevas residencias que los del propio país; que renegamos. Pero se equivocan, en la gran mayoría y parte. Pudimos salir con la cabeza agachada o no; podemos querer volver pronto o tarde; pero siempre llevamos presente que somos de ahí. Que por nuestros poros transpira el aire ibérico, y que nuestras raices se quedaron esperándonos bajo un sol, a veces abrasador.

 Ayer Madrid desbordó algunas de sus calles y plazas. Ayer el pueblo se enfrentó al sistema. Creo poder decir que somos muchos los que huyendo de un sistema que deja en paro a su población más activa, nos hemos topado de bruces con otros sistemas no más permisivos, sino en ocasiones más opresivos. Lo que falla no es España, ni Grecia, ni el euro... lo que falla tampoco es del todo, ellos o nosotros. Lo que falla es el conjunto.

 Hoy el pueblo se ha vuelto a echar a la calle, hoy Madrid sigue rugiendo pacíficamente en Neptuno a estas horas. Y yo, como ciudadana y como joven, que lo único que busca es un futuro, me alegro de que todo está en, una tensa, calma. Pienso, pero no digo que esté en lo cierto, que no debemos pararnos en buscar sólo los culpables, ni en alimentar odio tras ira. Eso ya lo empezaron a hacer los políticos y hemos visto que sólo han ido a peor las cosas. Seamos listos por una vez, veamos que ya se ha tropezado en la misma piedra, y cambiemos de estrategias, busquemos soluciones.

 Yo soy una joven, que emigró buscando una oportunidad de empleo, de desarrollo para luego volver a mi tierra, a darle lo que ella invirtió en mí. Pero las manos se me están convirtiendo en barro, y veo que tal vez lleguen a ser polvo. Sin Sanidad y sin Educación Públicas, un país no es más rico, es estéril. Quiero pensar que podré volver a ver ese sol que tanto me gusta, y que disfrutaré de un trabajo digno, con condiciones dignas. Que saludaré a personas por la calle que se sientan seres humanos, no solo marionetas. Quiero pensar que tendremos un futuro, un mañana en el que nuevas generaciones se conmuevan con las cosas que conseguimos, que miren con admiración como lo hizo la mía a esos "revolucionarios" que lucharon contra la opresión. Quiero creer que ese mañana es posible.

 Así que seguiré otro día más informándome en prensas varias, para acercarme a la verdad (pues siempre se encuentra en un punto intermedio de todas las versiones). Seguiré otras horas más, cultivando y enrriqueciendo mis conocimientos específicos y generales, para saber y poder defender lo que diga con conocimiento de causa. Seguiré minuto a minuto mirando, no de reojo sino de frente, y enfrentando cara a cara a la realidad española, que es la que más me incumbe e importa. Pero sobre todo, seguiré cada segundo de mi vida siendo, y orgullosa de ello, de España.

lunes, 24 de septiembre de 2012

(In)-Conformismo

 Se cierran las nubes, se encapota el cielo y sus lágrimas comienzan a caer sobre Berlín. No son sollozos sino llanto inacabado. Inacabado e incomprensible me ha dejado el cuadro en el que me retrataba. No son lágrimas son gotas. Gotas ácidas que llevan encerradas las penas y furias de la humanidad. ¡Es demasiada pena para encerrarlas en las pocas gotas que han caído!. La calle está mojada y los viandantes andan apresurados esquivando la mezquindad del Mundo.

 Es Septiembre y el frío se cierne sobre mi blanca piel sin forro. Pasó la mitad, y se tornó hosco tu carácter, se paró el tiempo y pareciste renacer y renovarte. Ya se cambian las hojas, pequeña, ya llega el otoño, ya mudan las pieles las serpientes y su veneno se vuelve más fuerte. Noto el sabor amargo del veneno recorrer mi garganta, no es de serpiente sino amargor de bilis ante las injusticias.

 Incoherente, incomprensivo, inconformista. Decepcionante, desmotivado, desordenado. Todo...  y nada.

 No son mis palabras las que tienen significados, sino tus recuerdos los que las llenas de valor. Sabes de todo lo que hablo sin contarte nada. Sientes todo sin vivir nada. No te pares a ordenar, sólo siente, motívate. Vive la vida y la experiencia, vive la lucha hacia la victoria a pesar de encontrar coherencia en los caminos de la derrota. Sé conformista con... o inconformista para... sé lo que quieras ser.




... En este punto he vuelto a perderme. Después de tantos caminos andados, después de tantas alternativas halladas, he vuelto a caer. Tras muchos esfuerzos de cambios, tras muchas experiencias iniciadas, miro de reojo al inicio. Son muchos años vividos, más esfuerzos realizados, lágrimas junto a risas proclamadas, apoyos de gente que compartieron mi tren y después de tantos y tantos auto... autoconocimiento, autoconvicción, autocariño, autoaceptación, autodesprecio, autobúsqueda... y tras cada recodo volvía a girar para mirar, otra vez de nuevo, cara a cara a mi YO, para no conformarme con lo que había alcanzado.

Inconformismo, germen de las mentes dotadas y desesperadas. Inconformismo, serás tú al que deje al lado cuando me siente frente al estanque e intercambie juegos cómplices con sus habitantes.





martes, 18 de septiembre de 2012

Con sabor a vino

 Está lloviendo sobre Paris. Es una tarde de mediados de noviembre y en las calles sólo se ve la oscuridad, perforada por la luz amarillenta de las farolas de la gran ciudad. El viento susurra fuerte historias apagadas a las hojas de los árboles, luchando por hacerse oir entre las gotas que repiquetean en la forja de los balcones y el cemento del asfalto. Dentro en la habitación suena en el equipo de música un disco olvidado tanto tiempo en el cajón, y recuperado en una de esas limpiezas. Se le oye implorar a Ismael Serrano que se calle el ruido, y sus notas melódicas arrancadas a la guitarra.
  Lara vive en un modesto ático en la rue du Calvarie. Es un poco cochambroso, pero a ella le da tranquilidad esa mezcla de viejo y nuevo, ese sentir que en esa casa ha vivido mucha gente. Pensar que se han dado grandes historias en él, grandes historias de gente insignificante igual que ella. Ha sido un día largo en la academia, un día largo además de triste y frío. Demasiados estudiantes malgastando las horas y absorbiendo sus fuerzas.
 Son las siete y ya cansada está desmaquillándose frente al tocador. Es un mueble antigüo de época con unas pequeñas luces en la parte superior del espejo. Lo encontró en un mercadillo de segunda mano cuando se mudó a vivir a ese piso. Desde el momento en que sus ojos se posaron en él, sabía que debía de ser para ella, pues ella se tenía que mirar en él como lo habría echo la persona importante a la que habría pertenecido antes. Ella también se quería sentir importante, ella también tendría una vida importante.
 Pensando en el día largo que había tenido mientras se desmaquillaba, unido con sus deseos de gran vida y pasado del tocador; se percató del cansancio de su cara, reflejado en ese viejo espejo. Tengo ya treinta y cinco años y no hay día que me quite esta cara de astío - pensó mientras dejaba ver de nuevo las ojeras al paso del desmaquillante. - No me extraña que ya nadie se fije en mí, pero si parezco un ente deambulando por la ciudad; si esque me pongo un traje de época y parece casi que soy un fantasma de una mujer de la época de la guerra. Y dejó escapar un suspiro tras una larga pausa.
 Instintivamente se levantó, y se deshizo de todas las prendas que llevaba. La habitación estaba a oscuras, pero veía su reflejo en el espejo sólo con las amarillentas luces del tocador.
 - Mírate Lara, tienes treinta y cinco años y tu cuerpo no es nada esbelto. Pero tampoco tienes mal cuerpo, si alguién decidiera verte.... Se desabrochó el sujetador negro con wonderbra, que llevaba para estilizar su busto, y poco a poco se bajo sus diminutas braguitas negras de encaje. Así, derrotada, se miró en su plena desnudez. Así, se enfrentó a su imagen que tan poco atractiva le parecía entonces.
 - Se me empiezan a caer los pechos, empiezan a perder la turgencia con la que parecían desafiar cualquier gravedad. Con tímidos dedos se los acarició y como una reacción a sus pensamientos, sus pezones se endurecieron y su piel se erizó. - ¿Echas de menos las caricias, pequeño compañero? Si se callase el ruido tal vez oiría la lluvia caer y con ella mi voz llegaría hasta él. Y entonces...
 Sonó el sonido agudo del porterillo de la puerta. Se sobresaltó de manera visible, y su corazón instintivamente aceleró su ritmo constante. Fue hasta la puerta de la habitación y cogió la bata de seda de corte asiático. Se la colocó rauda mientras recorría el pasillo de forma ligera pues el timbre había sonado otras dos veces más. Descolgó el auricular mientras se preguntaba quién podía ser a esas horas y con esas prisas; si ella no había quedado con nadie, que ella recordase no.
 - Oui? - A ver quién será ahora con la tormenta que está callendo, pensaba mientras através del auricular le llegaba el sonido de la lluvia estrellándose en la acera.
 - Un paquet.
 Accionó el botón para abrir la puerta del portal. Un paquete y a éstas horas, se preguntaba mientras un sentimiento de expectación y nerviosismo crecía en su interior. Se acordó de que había estado desmaquillándose pero no sabía si había terminado o se había quedado a medias. Apresurándose, pues calculaba que quien fuese estaba al llegar, se acercó al otro extremo del pasillo, encendió la luz y se miró al gran espejo que se hayaba allí colgado. Vio varios churretes, y sonó el timbre de la puerta. - Mierda no me desmaquillé bien, estoy a medias. Sin saber qué hacer y viéndose sin tiempo pasó la manga de su bata por la cara, intentando disimular ese estropicio. - La seda, ahh, ya la lavaré.
 Corrió por el pasillo mientras el sonído metálico del timbre le aceleraba aún más sus latidos y la apremiaba a llegar y abrir.
Sujetó el pomo de la puerta, ejerció fuerza de forma descendente, tiró de la puerta y esta se abrió ante su cara.
 - Bonsoir! Madame Lara Rojo?
 - Oui.
 - Votre paquet. Vous pouvez signer ici?
 - Oui.
 - Bonsoir.
 - Bonsoir.
 Conforme veía alejarse al buen hombre por el pasillo pensaba en que había parecido tontita, pues del sí?, no había salido. Se giró con el paquete en la mano y pensó que ni un cartero se había extrañado a que estuviese con esa cara y de que le abriese así. Sus pies la conducían mientras tanto al cuarto, mas seguía inmersa en sus pensamientos. Devastada por la sensación de que ya no levantaba pasiones, ni miradas ociosas, se sentó en la cama envuelta en su espiral de autodesprecios. Fue en el momento en el que se quiso secar las lágrimas, que habían empezado a correrle por las mejillas, cuando se percató del paquete.
 Era una caja cuadrada y marrón, sin más, y sin remitente. Al fijarse en su nombre le pareció reconocer la caligafía de él, pero si era así ahora qué quería. Por qué un paquete, por qué ahora después de tanto tiempo. Dudó unos segundos antes de abrirlo, mientras su mente era un hervidero de preguntas, de recuerdos. Se decidió, y lo abrió. Arrancó las solapas de la caja, no quería andarse con remingos. Abrió esa forma de cubo marrón, y se quedó boquiabierta viendo su contenido. No sabía que se iba a encontrar, era lo único que no se había preguntado, pero estaba claro que no aquello. Metió la mano y notó el suave tacto de la lana, la cogió con delicadeza y la sacó ante sus ojos. Al abrirlo descubrió ser una bufanda de bucle.
 - Pensará que voy a pasar frío este invierno.- Se oyó decir sola en aquella oscura habitación.
 - Hombre una carta, algo es algo. Espero que me digas algo más. Masculló.

    Hola mi chica verde,
  Espero que te guste mi regalo y que lo utilices mucho este invierno. Si ves es de tu color, verde, para que no te sientas extraña. Además así resalta tu belleza y los parisinos enmudeceran ante tí. Yo por mi parte estoy bien, ya sabes muy ajetreado y como las motos todos los días. Como siempre vaya, pero intento tomarme las cosas con calma. Creo que voy madurando. Los proyectos todos van saliendo y la exposición está ya a punto.
  Bueno cuidate mucho y sé fuerte. Escríbeme que te echo de menos,
    Pablo.

 Miró la nota de nuevo, la leyó una y otra vez y con cada una su furia seguía creciendo. Notó que estaba llorando y se obligó a parar y a respirar hondo. Esto no era lo que ella esperaba, esto no era lo que tenía que haber escrito. Para qué, para qué le escribía si no le iba a decir nada sobre ella. Por qué le regalaba algo con lo que esperaba que otros hombres se fijaran en ella. Por qué todo aquello. De acuerdo que siempre habían tenido una relación bastante abierta, que los dos habían tenido parejas u otras relaciones, pero por qué esa indiferencia. Su mente no paraba, de una pregunta se pasaba a un recuerdo, de un recuerdo a una sensación y de esta a una nueva pregunta. Su celebro estaba llegando a una actividad frenética cuando se dió cuenta de que éra.
 Respiró he intentó calmarse. Se encaminó hacia el baño, tomó un pequeño trozo del rollo de papel y se secó las lágrimas, para seguidamente despejar su nariz. Ya más calmada, y su galopante pulso volviendo a la normalidad, volvió al cuarto. Se dirigió al equipo de música he enmudeció a Serrano. Su tiempo había acabado, al igual que todo aquello. Sacó el CD y lo metió en su caja. Mientras le daba una fugaz mirada a la carátula maltrecha por el paso de los años, le pasó la mano por encima dándole un callado despido.
 Esto había terminado, él no iba a ayudarla a andar, pues iba a seguir inmerso en su ombligo. Si con la distancia no había levantado la cabeza para ver que ella se estaba alejando, cuando la tuviese cerca menos. Si no sabía ponerse en su piel y deducir que cuando se está lejos de todo se pasa mal, cómo se iban a mirar a los ojos y leerse sin necesidad de hablar. Si no era capaz de decirle todo sólo a ella, que más daban esas caricias y esas frases, ahora vacías, después del sexo. Si no había sido capaz de verla, ...ya sería capaz ella.
 Buscó entre los discos y dió con lo que quería. Si su vida había cambiado su discografía también debía de hacerlo. Se agachó y extrajo otro CD de su sitio. Como el que sujeta entre sus manos un tesoro, lo abrió, extrajo el disco y lo colocó en la bandeja. Esta comenzó a entrar y con ese recorrido supo que empezaba una nueva frase en el libro de su vida, tras un punto y aparte.
 Los altavoces empezaron a vibrar y se pudo oir la voz grave de Bebe, subiéndole poco a poco la moral con su "Ella". Subió el volumen, y mientras, el sonido inundaba todo su pequeño ático y Paris se calaba fuera. Se fué a la cocina, se sirvió un copa de vino y se sentó en la encimera a ver la lluvia golpear los cristales. Con el primer tragó saboreó su nuevo sentimiento de libertad en su vida. Sonrió, y deseó que llegase el día para comerse el mundo.