viernes, 6 de diciembre de 2013

Tadufeu



Unos "cromañones" logran obtener el preciado fuego, pero no saben como hacerlo. Un "neandertal" con su familia aparece en acción y comienza la persecución de obtener el fuego. Una forma divertida de mostrar la evolución de las razas.


Dirección: Mickaël Bellamy
Animación: Coralie Braconnot
Producción: ESMA
Música: Yann y Cleofás Guilhem

sábado, 23 de noviembre de 2013

Danza de Dragones

Daenerys

  Oía al muerto que subía por las escaleras. Lo precedía el sonido lento y acompasado de las pisadas que resonaban entre las columnas violáceas del vestíbulo. Daenerys Targaryen lo aguardaba sentada en el banco de ébano que había designado como trono. Tenía los ojos cargados de sueño,y la melena de oro y plata, revuelta.
  —No hace falta que veáis esto, alteza —dijo ser Barristan Selmy, lord comandante de la Guardia de la Reina. 
  —Ha muerto por mí.
  Dany se apretó la piel de león contra el pecho. Debajo solo llevaba una túnica de lino blanco que le llegaba por medio muslo. Cuando Missandeila despertó estaba soñando con una casa que tenía una puerta roja. Nohabía tenido tiempo de vestirse.
  —Khaleesi —le susurró Irri—, no toquéis al muerto. Tocar a los muertos trae mala suerte. 
  —A no ser que los toque quien los ha matado. —Jhiqui era de constitución más corpulenta que Irri; tenía caderas anchas y pecho generoso— .Lo sabe todo el mundo.
  —Lo sabe todo el mundo —corroboró Irri.
  En cuestión de caballos, los dothrakis no tenían rival, pero en otros temas podían llegar a ser completos idiotas. «Además, no son más que unas niñas.» Sus doncellas tenían su misma edad; parecían mujeres adultas, con melena negra, piel cobriza y ojos rasgados, pero en el fondo no eran sino chiquillas. Se las habían regalado cuando se casó con Khal Drogo, y el propio Drogo fue quien le regaló la piel que vestía, la cabeza y el cuero de un hrakkar, el león blanco del mar dothraki. Le quedaba demasiado grande y olía a moho, pero la hacía sentir como si su sol y estrellas estuviera aún a su lado.
  Gusano Gris fue el primero en llegar por las escaleras, con una tea en la mano. Tres púas remataban su casco de bronce. Lo seguían cuatroinmaculados, que llevaban sobre los hombros al muerto. Los cascos deestos solo lucían una púa, y tenían los rostros tan inexpresivos que pare-cían también repujados en bronce. Depositaron el cadáver a sus pies. Ser Barristan retiró la mortaja ensangrentada, y Gusano Gris bajó la tea para que pudiera verlo.
  El rostro del muerto era suave y lampiño, aunque le habían rajado las mejillas de oreja a oreja. En vida había sido alto, con los ojos azules y la piel clara.
Danza de dragones. Canción de hielo y fuego/5.  George R. R. Martin


Opinión: A pesar de seguir con una trama expectante, hay momentos en los que el ritmo se pierde debido a la longitud temporal y la amplitud de personajes con los que trata Martin. Una vez más el autor deja a los lectores con un final inesperado e impactante, deja la ansiedad suspendida de querer saber que pasa con los personajes que aún quedan. A mi parecer es demasiado largo este libro para lo poco que resuelve. Es cierto que leeré el siguiente tomo, aunque he de reconocer que ya deseo leer el final más que una otra etapa más de la vida de estos personajes. 

jueves, 21 de noviembre de 2013

La puta tras la ballena

Vero vuelve a casa tras otro polvo echado, tras otra aventura sin cuerpo. Tras dejarse en casa el alma para que no le pesara, para que no le recordara con cada sensación de placer de su cuerpo que ella seguía sin obtener nada. La puerta cede ante su presión, una bocanada de aire con olor a incienso la devuelve al hogar, a su dulce hogar; ese que ahora no merece pues vuelve sudada, con olor a sexo y arrebatada. Vuelve con el cansancio de años no vividos, por el entumecimiento de los músculos tras el esfuerzo físico, por el pasar de personas por su entrepierna como ropa que viste una modelo.

Vero se dirige a mano izquierda por el pasillo, gira de nuevo a la izquierda en el recodo de otro que sólo alarga su hastío hacia sí misma. Sus pisadas resuenan en el suelo de mármol, sus tacones negros contrastan con el blanco, y a mitad del pasillo a su izquierda se introduce en el gran cuarto de baño. Por odiosa que sea la situación, ahí está el gran espejo que cubre el lateral de la pared para mostrarle el maquillaje desgastado y corrido tras las extenuantes horas de pasión. Bajo él se asoman descarados los dos lavabos empotrados en un delicado mueble de madera. Dos lavabos que nunca se utilizarán a la vez. Y con la visualización de la imagen, el recordatorio de su existencia. Se mira con dureza al espejo, se obliga a mirarse. Su rictus está tenso, sus mandíbulas se aprietan con fuerza, y sus labios marcan una fuerte línea. En sus ojos sólo ve rabia, los siente arder mientras se mira al espejo. No le queda ni espacio para llorar, sólo para limpiarse, para olvidarse. Desciende la cremallera de la espalda del traje negro que eligió cuidadosamente hoy antes de salir, antes de decidir entregar su cuerpo al placer del orgasmo, antes de vender su cuerpo a unas caricias falsas,a unos besos prestados, a unas palabras vacías. El vestido cae como un pañuelo silencioso sobre el suelo. Se descalza allí mismo sin poder dejar de mirarse y a la vez desviar la mirada para no enfrentarse a su cerebro; que lo recogió en el momento que entró por la puerta de su piso. Los tacones simulan dos torres derribadas ante una fuerte ráfaga de viento en la esquina alejada del lavabo. Se dirige una última mirada antes de volver a reírse sarcásticamente de su imagen, de su vida. Se da media vuelta sin levantar los pies del suelo, se le están enfriando pero no le importa, es una sensación que le recuerda quién es normalmente, quién es cuando no aparece la ballena para despertar a la puta que lleva dentro. Al final de la habitación se encuentra su objetivo, su bañera empotrada de pared a pared, su instrumento de limpieza, su ayuda para explicarle a su mente lo que no quiere saber. A la mitad de la distancia se para a hacer un alto y orinar. Siempre después del sexo le entran unas ganas terribles; ganas que reprime cada vez pues siempre prefiere hacerlo en su baño, en su soledad y en su intimidad. Ya les regala su perfecto cuerpo que es lo que buscan, para mostrarle las imperfecciones de la cotidianidad en el ser humano, esas que nadie quiere ver en una escena romántica, que nadie quiere percibir en una noche de pasión desenfrenada. Sus bragas se quedan ahí, como reclamo de las paradas asiduas que hace, del ritual que lleva a cabo consigo misma. Se levanta, en el ambiente respira decisión. Abre el grifo de la ducha para que el agua caliente empiece a fluir hacia las cañerías. Se desprende de su última prenda. Su inseparable sujetador negro. Mientras lo ve caer piensa en la película que ha visto esa misma tarde, movida por una situación anterior. Piensa en la reflexión que le hizo salir a entregarse a unos brazos sin amor, a unos besos que sólo serían de ella esta noche. Piensa en la ballena, ese simbolismo de las coincidencias de los momentos, del destino que se dice que tienen las vidas. Rememora ese ojo mirándote a través de la pantalla, como los ojos que ven pasar día tras día tu vida por la ciudad. Piensa que vemos pasar a tanta gente al rededor de la nuestra, que los vemos en ese instante, los conocemos en esas circunstancias y los valoramos con nuestro barómetro. Tanta gente que no cabe en nuestro poco espacio. Esa ballena sentía simpatía por el momento en que toda mujer se convierte en la puta.

El agua ya sale lo suficientemente caliente como para levantar nubes de vapor conforme desciende hacia la bañera. Vero se introduce cuidadosamente de no escaldarse la piel y de no caerse y acabar allí con su vida. Porque por muy odiada por sí misma que se sienta, no quiere dejar esta vida, no quiere perderse los placeres de hoy y las buenas sorpresas del mañana. Regula la temperatura del agua con la muñeca, le viene una visión de como minutos antes en vez de acariciarlas agua se las besaba una boca carnosa, unos labios llenos de promesas, y la sensación de placer que eso le provocaba; sensación de pertenencia, de amores infinitos por vivir. ¡Qué estúpida que se siente! Se sumerge en la catarata de agua que desprende la alcachofa, se limita a sentir el calor que inunda de nuevo su piel allá por donde el agua chorrea camino de perderse hacia el mar, hacia la ballena.

Una vez más  vuelve sola a casa, una vez más la persona que le levantaba sueños de futuro, añoranza de compartir, quién le hacía brillar los ojos, decidió no verla. Monotonía de una vida, bailar un apasionado tango en manos ajenas, bailes de milonga. Tangos rápidos y extenuantes, tangos cíclicos de cambios de parejas.... tangos. Pero aunque es lo que desea su parte reacia, no dejaba de soñar con esa mañana después del baile, con esa tarde de películas,con esas caricias tan expresivas tan sinceras que las palabras serían un estorbo. Quería mirar y perderse en el infinito que le aportara una persona que la comprendiese y la quisiese. El jabón ya se mezclaba con sus cabellos y sus manos casi arañaban cada rincón de su cuerpo intentando hacer desaparecer el pasado de lo que fue. Se sentía puta, se había vendido tantas veces a caricias vacías por no parecer, había expulsados tantas posibilidades de compromisos en una relación, que ya no sabía comportarse de otra manera. Para no ser no llegaba ni a cortesana, cómo iba a llegar a pareja. Su ímpetu se la comía, su manera de razonar la hacía perderse en laberintos de posibilidades inexistente. Y todo la llevaba de forma instintiva a vender su alma por cuatro caricias vanas para su joven y deseoso cuerpo. Se vendía por la pasión que sentía hacia él, pues como carne sólo quería sentir. Así que cuando volvió a ver a la ballena, la mujer se vistió de puta, abandonó su corazón, encerró a su mente y vendió su cuerpo. No podía salir del bucle en el que su cabeza la culpaba de todo. El mismo del que se habían apoderado sus miedos. No podía cambiar su pasado y no veía forma de cambiar su futuro, pues siempre hay una ballena dispuesta a vararse.

Tras una larga ducha y aún sumida en reproches Vero se despojó del agua que cubría su cuerpo mientras se secaba con una toalla. No la había abandonado el odio, la seguía persiguiendo el olor a sexo, pero era agotamiento lo que ahora sentía. Salió del cuarto terminó de recorrer el pasillo y entró en su habitación. Buscó en el cajón de su cómoda unas nuevas bragas, el pijama bajo de la almohada y una vez vestida se introdujo en la cama dispuesta a que el cansancio la venciera. En lo que duró en llegar Vero reflexionó una vez más, que el destino siempre juega sus cartas sin consultarnos, que no importa que te guste una persona si no que también influye en que momento de tu vida se coló o en cuál fuiste introducida por golpes del azar en la suya. Y ahí viene la parte de valoraciones y de elegir con qué quedarte. Siempre hay una ballena, pero esta parte es la ajena. Lo duro es reconocer que en algún momento, unas más y otras menos,seremos putas y nos venderemos por amor o por desesperación, por afrontar una situación o por huir de ella. Bailaremos el tango de las putas, Roxane será nuestro nombre y todo tendrá un precio que se ha de pagar.  Vero se durmió con esa certeza mientras descendía a las estancias pacíficas del mundo de los sueños, pidió el deseo a quién la oyese de que la próxima ballena le trajese la oportunidad de vivir, de compartir, aunque fuese corto y con final doloroso, sería mucho mejor y productivo que seguir en milongas inventadas. Con una respiración calmada y profunda Vero se quedó dormida en su habitación solitaria.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Cupidity-Kismet Diner




Zoe trabaja en Kismet Diner y sueña con convertirse en cantante, pero por el momento no le molesta servir las mesas. Por supuesto que ayuda que todos en el restaurante la quieran; su jefe hasta compró un Karaoke para que Zoe pudiera cantar a sus clientes.

Una noche de sábado, en medio de un improvisado concierto, Zoe descubre un cliente que nunca antes había visto y que luce totalmente desinteresado. Normalmente, esto no le importaría... pero él actúa como si ella no estuviera ahí. ¿Quién es él? ¿Por qué Zoe
 no puede dejar de mirarlo?


Escrito y dirigido: Mark Nunneley
Zoe: Ilinca Roe
Él: Matt Kyle
Producción: David Alberts
Música: Lottie Mullan


sábado, 12 de octubre de 2013

Sensaciones otoñales

Mañanas oscuras. Frío. Calles desnudas bajo la bruma matinal del rocío. Heraldo del implacable invierno. Humedad persistente. Tormentas repentinas. Cielos grises. Noches prisioneras de las nubes. Estación otoñal. Tu pelo.

 Hojas tricolores. Viento. Manto parduzco que cubre un suelo yermo. Vuelo precipitado de aves migratorias. Escondrijos duales de hibernaciones carcelarias. Pasos raudos. Cabezas gachas. Abrigos andantes. Meteorología fronteriza entre dos estaciones. Tus piernas.

Estornudos incesables. Melancolía. Manos blancas. Cuerpos frío. Lágrimas congeladas por el dios del Ártico. Discusiones incoherente. Humos maltrechos. Planes caducos de estaciones estivales. Miradas ateridas. Sentimientos de adaptación. Tu olor.

Credenciales del Señor del Otoño. Cesantía indecorosa de los placeres de la dama del Verano. Reverencias  apremiantes y exageradas al Rey del Invierno. Roles trastocados. Monturas usadas para jinetes novatos. Aspiraciones de alcurnia de un tiempo templado. Sueños infantiles de un hombre helado. Transiciones personales. Tus emociones.

Batallas cíclicas. El frío contra el calor. Alegría versus melancolía
. Idas y venidas. Radiadores encendidos. Cristales chorreantes celosos de interiores en luz tenue. Personas; Cientos; Miles; Millares. Soledad adherida al curriculum vital. Cuerpos sin pensamientos cosidos con hilo de oro a trajes impecables. Sentimientos perdidos en la vorágine de muchas relaciones. Tiempo de queda. Tus pensamientos.

Sonido de carcajadas. Sonreír. Miradas intensas, palabras escasas. Esperanza de vida. Ilusión de promesas. Clemencia del verdugo invernal. Circulación bombeante que caldea un cuerpo. Aire fresco que renueva el vicio de unos pulmones tediosos. Celda creada con el candado de mis piernas. Sentimientos de integración. Tus manos.

Revoloteo de hojas al correr entre sus montones. Sol. Olor a tierra mojada. Trabajo conjunto de la manada. Bosquejos del mañana. Conversaciones duraderas. Danzas coordinadas. Chapoteo de pequeños pies en los charcos. Meteorología reavivante de entretenimientos estacionales. Tu boca.

Fríos días soleados. Nieve. Vino especiado. Parejas en una sola figura al andar. Mayordomo del lejano verano. Vientos juguetones.  Constelaciones cediéndose el puesto. Vegetación cambiante. Temperaturas maleables. Otoño estacional. Tu mirada.

Sensaciones otoñales. Tu cuerpo. Mi cuerpo.

viernes, 4 de octubre de 2013

Al Dente



Una pobre niña busca algo de comida en la basura cuando de pronto se encuentra con un cocinero aficionado a la opera y un recetario muy particular. La historia toma lugar en un universo lleno de música y color; nos cuenta las aventuras de una pequeña niña sin hogar, que descubre la magia y los peligros que existen en la cocina de un ogro. 


Co-dirigido y producido: Jean-François Barthelemy, Maël François y Carlos Felipe Leon Ortiz.
Música: Mathieu Añvado.
Edición: Benoit Navarret.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Momentos de café

 El sol tímido de la mañana empieza a despertar. Corre una fresca brisa que al tropezarse con los habitantes de la ciudad los hace estremecer. Es aún pronto para que el sol caliente, mas buena hora para que turistas dirigidos por guías de todos los idiomas y aspectos comiencen a llegar como una horda de mongoles a la conquista de monumentos que referenciar tras el viaje. Am Markt va cobrando vida poco a poco, los músicos ambulantes afinan sus maltrechos instrumentos. En un intento de que sus notas gusten al observador tanto como para hacer una buena jornada de recogida de monedas, tanto como los trotamúsicos siguen atrayendo a gente hasta este recóndito lugar.

 La brisa juega con los pañuelos de las señoras acicaladas con sus atavíos de viaje turístico, se enreda en sus cabellos peinados para la ocasión; se enreda mientras no deja prender un cigarro a un deteriorado caballero.

 Virgine lo observa desde su estratégica silla en la esquina trasera de la cafetería de la plaza. Sentada al sol, como en tantas películas que ha visto, juega a tener una vida de Hollywood. Revolotea con la idea de estar dentro de la película, en ella que los colores serán cálidos y la buena música acompañará al ritmo de sus pensamientos.

 Esta noche no ha podido pegar ojo. Después de leer ayer en su ordenador, modelo de primero de siglo, que la última oportunidad se seguir adelante se esfumaba, como el humo de un cigarrillo tras espirar la última calada. Tras que le comunicaran la última negativa a su búsqueda de trabajo, a su desgarbado curriculum. Con ese "NO" todo cambia... el banco le pisa los talones con facturas impagables; sus caseros por amables que sean le dijeron que era el último mes que la dejaban sólo pagando los gastos. Eran una pareja de ancianos, gente encantadora, canosos, arrugaditos como pasas y siempre cómplices entre ellos mismos. Pareja que sabía que era vivir malos tiempos, ellos los pasaron, aún así Virgine entendía que a pesar de ello todos necesitaban el dinero para vivir, hasta en la última etapa de la vida.

 Virgine sabía que ese no era el caer en un mar sin fondo, era saltar de un avión a dos kilómetros sin paracaídas. Era peor que tocar fondo,ya que en este caso tendría que intentar salir a la superficie sin tomar impulso... era en resumidas palabras "el reto de su vida".

 Tras una noche de insomnio, de maldiciones y dolor de estómago. Tras más horas interminables y oscuras, en algún momento sus cortinas empezaron a clarearse,en las calles se oyeron los sonidos inconfundibles de los nuevos vivos de ese día en la ciudad y el mundo comenzó ha rodar de nuevo vital e imparable. Demasiados bucles, suficientes espirales descendentes había creado para seguir a esas alturas en el mismo punto de partida, en la canción introductoria de la película. No se iba a morir por ello, el mundo se le complicaría, los tonos se les apagarían, pero por triste que fuese eso era todo, en ese teorema sólo le quedaba seguir andando hacia delante, o hacia donde fuese, pero seguir.

 No se lo planteó, se levantó y se sumergió bajo una ducha de agua caliente y jabón oloroso  de almendras y miel. Se quitó las telarañas de las tinieblas de la noche. Con algo más de lucidez y más sol en la calle, se dirigió al armario, no sabía que ponerse así que sólo miraba para ver que le apetecía. En un momento el armario se iluminó y resplandeció su vestido largo azul y supo que se disfrazaría hoy del ayer, de los buenos tiempos. Una vez lista y calzada en sus mejores zapatos salió a enfrentarse al mundo como debería hacer con su futuro, pero eso era otro tema.

 En este momento se veía a si misma, como a través del objetivo de una cámara, tomándose un café, que le quitaría el desayuno de una semana en la situación en la que se encontraba, pero cómo le apetecía. Demasiado lo pensará después, lo sabe como un guión que se repite siempre, como lección aprendida, pues siempre hace lo mismo, pensar.

 El músico empieza a despertar a la ciudad. Las notas salen y al tercer compás Virgine reconoce la mejor y peor canción para el momento... "La vie en rose". Se ríe con ella misma, pero no hay otra que encaje más en el momento y con lo que hace. Hoy juega a vivir en una película, hoy juega a ser diva, y... la canción es perfecta. Siempre le gustó hacer eso, transformarse y disfrutar de un café en una zona bella. Ser igual que las protagonistas de sus películas favoritas... eso y filmar mentalmente ese momento para crear y agrandar su álbum imaginario de "Momentos de café". Desde el último el tiempo se ha extendido mucho. No se acuerda en este momento del último y menos puede intuir cuando será el siguiente. Eso no importa...

 Respira el aire fresco de la mañana, se recuesta sobre su silla de mimbre y comienza a gravar todas las escenas que compondrá la futura proyección de este actual momento. El mañana lo va a luchar, aunque no sepa cómo, pero el hoy... ese lo va a disfrutar, y a vivir.



sábado, 24 de agosto de 2013

Por fin te busqué

 Amé, quise, y complací a otros hombres y mujeres intentando encontrarte. Me perdí en sus caricias, para tapar tu ausencia. Me convencí  de sus palabras por necesidad de que mis oídos oyeran palabras de cariño.

 Me embarqué en viajes, cambios de vida y retos, me embarqué en proyectos intentando ser lo que tú querías. Me vendí, a los que esperaban escuchar que era como querían ellos. Me disfracé de lo que era real dentro del espejismo.

 Estudié, trabajé y empeñé mi tiempo para que te gustara, me aceptaras y fueras feliz en la ilusión de que yo estaba siendo lo que deseabas.

 Me perdí, me perdí por ti. Por no quererte ni aceptarte, por no escucharte ni mirarte, por no aceptar tu personalidad ni tus decisiones... y con todo ello sólo me perdí.

Algo cambió, algo se ha transformado. Hoy me he dado cuenta que no te debes al mundo, sino que tu mundo se ve en empate técnico de tenerte. Ahora oigo tus consejos, pues los creo importantes, potentes. Miro tu cara y sé que no es rabia con lo que me miras; sólo debo mirarte y atender a lo que sientes. Sé que te equivocaste, que lo harás y probablemente mucho más que ahora; lo sé y lo acepto; pues sé que lo haces contemplando tus miedos y voluntades, tus riesgos y tus verdades. Con ello vives y con eso decides. Es lo correcto, vives en tu piel con tus circunstancias y vivencias. Tú eres tú, y yo  tras cambios, viajes y momentos vividos ante un lago te digo que no se está a solas. 

 Hoy te prometo que ya no te voy a desterrar, para que salgas sólo en los momentos de soledad en los que te dejo en tu merecida libertad; te dejo libre para que convivas por un corto espacio de tiempo con ese sol que se esconde, esa agua que corre y esas notas que se oyen. Que te hermanes con las cosas efímeras como tu libertad. Igual de real que todas esas cosas, y supe que era hora de declararte, real y permanente. 

 Acepto que existes  y que si al fin me encontré es porque por fin a mi otra mitad busqué, e incorporé. Desde ahora podré avanzar segura, y todo porque...


... POR FIN TE BUSQUÉ.















miércoles, 7 de agosto de 2013

L-L-U-V-I-A

El cielo se ha iluminado de blanco, se ha vuelto a partir por rayas intermitentes, se ha descompuesto con estrepitosos sonidos. El mundo parecía que se acababa, perseguido por un montón de puertas y ventanas cerrándose de golpe para jugar al pilla pilla con un viento silbante y potente, un viento enfurecido. Parecía que se iba a quedar ahí, pero todos sabemos que no, sabemos que viene después y siempre lo esperamos con un nudo en el estómago, por pequeño que sea existe. Experimentamos esa espera antes de escuchar los primeros repiqueteos quedos sobre algún saliente, y ahí es justo cuando sabemos que todo acaba de empezar. Exhalamos el aire que teníamos retenido y con calma agudizamos el oído hasta oír la fuerza imparable de una cantidad inmensa de gotas gordas de agua inundar el seco suelo que encuentran a su paso. Ya comenzó, ya pasó todo. Ya es cierto, es seguro....llueve. 

Llueve, es cuando la gente empieza a reaccionar diferente. Cuando la certeza está instaurada, cuando la cortina de agua cubre toda superficie aérea a descubierto. 
Están los que se hermetizan, cierran su habitáculo y se evaden de lo que pasa en el mundo exterior. Algunos lo harán por miedo, otros por fastidio, otros simplemente serán tan pulcros que preferirán la limpieza impoluta que el disfrutar de un fenómeno natural y poderoso como es sentir llover. 
Después estarán los considerados locos, raros y extravagantes, eso que siempre se le dice a los que se salen de la mayoría. Estos saldrán a la calle. al balcón o a cualquier lugar que les permita sentir el fenómeno en todo se poderío. Sabrán el tacto que tienen cuando impactan centenares de gotas de agua sobre su piel, esa sensación de pequeñas presiones, como si unos diminutos dedos te hicieran un masaje allá donde se encuentran agua y piel. Tras esto, las gotas no desaparecen, sino que algunas continuarán su andanza buscando algo más, algún tejido que empapar, unirse a sus hermanas formando charcos y acumulaciones... o, mis favoritas, las que resbalan por mis mejillas, saludan a mis labios y se quedan a pasar la velada en mi boca, esas son las que paladeo con gusto. Con ellas se es capaz de saborear la lluvia, siempre saben a algo diferente,... saben a ese día, saben a sitios por donde pasaste, o a la crema/colonia que te pusiste ese día, saben a trabajo, y hay días que saben hasta a quién te besó poco antes de que te empapes de agua bajo gotas corrientes de agua... Ellos saben vivir la vida.
Como no todo es blanco o negro, están los que la disfrutan con tres sentidos, o los anteriores que por impedimentos en ese momento no pueden ser locos vagando bajo una placentera lluvia. Aquellos compartirán con los que andan bajo la lluvia aún tres sentidos más. Olerán lo nítido y fragante que se vuelve el mundo. Todo cambia, todo se intensifica y mejora, la tierra, las flores, hasta el asfalto es más ligero cuando la lluvia está refrescando el cargado ambiente urbano. Ver la lluvia caer, es sumergirte en un mundo acuático y transformado, una cortina transparente modifica todas las formas y tiende una mano a las líneas divergentes. Ver llover es saber que estás viendo algo poderoso, es apreciar la formación de charcos, de corrientes de miles de ondas que se expanden y repiten al caer más y más gotas. Pero si observas llover verás más cosas, verás como el ritmo de la ciudad o pueblo o lugar en el que se encuentre el observador cambia, se modifica, se acelera; a la vez hay una calma como toque de queda, nadie queda en las calles, nadie se oye hablar, ni reír, que es lo más triste. Al fin la oyes, oye el estrellarse, el chocar y la fuerza con las que impactan las gotas. Oye la quietud en la que deja todo, oye el comunicarse de pájaros que no saben dónde resguardarse...oyes, oyes todo lo que quieran tus oídos interpretar. La pureza que provoca esta limpieza natural, oyes la naturaleza hablando e intentando que los humanos la escuchemos, oyes a unos locos divertirse bajo un manto de agua, oyes a unos pobres que se quejan de ese agua tan necesaria, pues no saben hacer otra cosa que protestar por todo. Oyes tu corazón, tu respiración, tu yo que quiere encontrarse contigo.

Hoy ha llovido de nuevo, la lluvia volvió a caer sobre la ciudad y sus habitantes. Hoy volvió a mojar sobre llovido.....volvió a pasar igual que siempre, y hoy, yo, me revelé. No he corrido ni me he refugiado; no la maldije ni me cabree. No,hoy sabía que iba a ser diferente desde que la vi, desde que la olí, pero sobre todo desde que la oí. La he enfrentado con la cabeza bien alta, sí hoy fui un loco carruaje, respiré hondo desde la puerta abierta y me encaminé a su búsqueda. No sabía que vería desde esa perspectiva, nunca lo había hecho, nunca había caminado lentamente bajo la lluvia como si mojarse no fuese algo preocupante,... me ha extrañado lo observado. Todos corren como locos buscando cornisas, compartiendo tres un diminuto paragüa que no libra a una sola persona de un aguacero, pero todos me miraban como extrañados de que el agua no me importase, no me quemara y me hiciera buscar una trinchera en la que resguardarme. Las sirenas se han duplicado y los bomberos, cómicamente, han tomado las calles; los policías iban sin sus famosa luces azules. Todo ha cambiado. Mientras yo andaba los pasos al mismo ritmo que lo hacía esta mañana bajo un sol furioso. 

Me he sentido bien dando este paso, pero lo que me lleva a escribir es los pensamientos que mi inundaron mientras la dulce lluvia caía sobre el adoquín. ¿Por qué odiamos que nos moje la lluvia?Por qué le huimos, si no nos moja más que cuando nos bañamos en el mar, piscina o lago (a elegir). Por qué la odiamos, si nos moja y nos da esa sensación de asquerosidad, si es agua, y luego nos pasamos el día bajo la ducha quitándonos capas de protección cutánea una tras otra. Por qué le corremos a la lluvia, por qué detestamos esa sensación de humedad, si esta es la misma o parecida a la que experimentamos haciendo deporte, tras unos minutos de estar tumbados al sol o tras una sesión de apasionado sexo...¿ahí no corremos?ahí si lo hacemos, ahí nos sentimos orgullosos y poderosos, nos sentimos divinos y gratificados.ahí nos quedamos y permanecemos inalterados. Pues queridos lectores es lo mismo, es agua, es sensaciones, es vida.

Dediquémonos a no ser tan normales, seamos raros, excéntricos y hasta poco cuerdos, si con ello conseguimos ser más naturales, más nosotros. Busquemos nuestra alegría, lo que nos da paz y nos hace felices. No pensemos en las costumbres aprendidas tras siglos de protocolos y buenos modales sociales, con el único mérito de que nadie sobresalga por encima de los poderosos. Rompamos esas absurdas cadenas y sonriamos a la vida,... Yo sé que se puede, hoy lo conseguí y aunque mañana vuelva a ser una borrega más, hoy soy una poco cuerda disfrutando de la noche de tormenta. LA próxima vez, espero que algún loco lector decida vivir la vida y no verla en plan película.

Hoy hay vida, y aquí... lluvia.

lunes, 5 de agosto de 2013

En tus brazos




No dice nada, sólo es el sentir de la música y las reflexiones a las que cada uno quiera llegar. Me gustó por la profundidad hasta la que me dejó que me planteara cosas (toma de riendas, no superación, complicidad, vida...). Si les gusta, será un buen descubrimiento.


Dirección: Edouard Jouret, Matthieu Landour y François-Xavier Goby
Música; El huracán [Los auténticos reyes].
Sonido: Javier Marsais

lunes, 29 de julio de 2013

Cuando el verano nos altera


Verano, calor, viajes, visitas turísticas, eternas colas, bullicios...verano y ser humano.

Hace unos días me plantearon la cuestión de por qué cuando vamos a visitar un sitio estamos empeñados en verlo todo, todo lo que nos digan algunas guías o algún conocido que ya estuvo de visita.  Y la verdad no lo sé, tendemos a ser exquisitos con lo que nos rodea, con nuestro trabajo, la pareja y hasta con los mismos hijos. Tendemos a hacer sólo las cosas que nos gustan, cosa además vista como manera de distinción de gustos y caracteres. Solemos buscar lo que nos hace feliz y que nos crea nuestra pequeña burbuja de estilo de vida; en la que creemos serlo o por lo menos lo buscamos. Y bien, por qué eso no pasa cuando viajamos. 

Es verano, hace calor y la gente se echa a la calle, todos en masa para aprovechar los escasos rayos de sol durante el año, y bajar las altas temperaturas con algún chapuzón que otro en lagos o piscinas. La ciudad está llena de gente, de turistas con sus masíficos grupos llenándolo todo. Con su gente achicharrada de tanto tomar el sol, con sus flashes y sus caras de mira esto que bonito e interesante que es (aunque más de uno no pueda disimular lo tan igual que le da o simplemente la ignorancia de dicho objeto que posee y de la que no quiere salir).  Todos van y todos vienen, todos visita y comentan luego, todos y cada uno de los sitios que vieron, y que nada es mejor que en ese justo momento en el que fueron (con la casualidad de que fueron porque sus vacaciones son ahí, justo y solamente ahí). Visitas turísticas, el ser humano...

 Al poco de esta pregunta se advirtieron de una clasificación desconocida hasta entonces para mí: turista contra viajero. Dícese del turista lo mencionado arriba...teniendo en discordancia con el viajero que este no le importa no ver todo, sino que busca lo que le gusta de ese lugar, que intenta sumergirse un poco en el ritmo de la ciudad y vivirla desde dentro, desde su vida intrínseca y diferente de cualquier otra. ¿Pero es esto posible en tan poco tiempo? ¿Se puede en verano cuando nadie lleva su ritmo normal? El verano y su calor lo dice, el invierno lo corroborará.

 Con todo esto me pregunté qué hacía yo y por qué, y tras mucho cavilar y muchos días de silencio os comparto que creo que por mucho que lo intentemos todos somos un mucho de turistas y sólo algunos excéntricos son un poco de viajeros. No es fácil conseguir encontrar esa vida, pero sobre todo no es instintivo romper las cadenas de lo común, lo tradicional, lo normal. No es mayoritario seguir haciendo vida normal cuando hay un sol radiante fuera, el agua te grita que quiere rodearte y en las casas la sensación de apatía se palpa nada más abrir la puerta. No, estadísticamente con calor se es mucho más turista que habitante.

Con calor, solo...hay... un raro verano.

miércoles, 26 de junio de 2013

Perspectivas



Creemos conocer una ciudad, una calle, un espacio... creemos, pues sólo con cambiar de perspectiva el mundo es otro, desconocido, anormal. En este mundo en el que vivo dicen que no hay verdades absolutas ni mentiras que no lleven algún matiz de la realidad. Nada es totalmente real y todo depende de algo... de perspectiva.

 Me gusta ver esta foto y descubrir una vez más que todo tienes muchas caras, que todo es cantidad abrumadora de partes  y que todo es lo mismo. Yo me conozco esta ciudad, pero si la veo desde arriba tiene otra cara,otra a la que la ven desde el avión o desde uno de los soleados balcones. Todo cambia, todo se transforma.

Es verano y este año la perspectiva volvió a cambiar, en España aún refresca el tiempo y en Berlín se han asado los lugareños como lagartos al sol. Quizás todo va modificando... el verano, la luna más grande del año o el simple paso del tiempo sobre la roca en la que estamos modelados.

Me subí al tejado de mis pensamientos, y me miré desde el avión ascendente y lleno de adrenalina en la lejanía. Luego me pasé por el balcón al sol, donde se hacía una barbacoa, y por último me paseé por una calle empapada por la lluvia y llena de transeúntes de mi vida. En todas era yo, y todas eran diferentes. Hoy me cambié de perspectiva, para aceptar que mi postura no era la única que entraba en esto; que el trabajo no es peor porque mi manera no sea tan firme o comunicativa; para ver que los amigos están porque en su prisma tu vales, aunque sea excesivo para el tuyo (pero es perspectiva, dejémosles).

Me dí cuenta que crecí y por el camino obtuve perspectivas, así que decidí jugar en la fiestas de perspectivas y antes de avanzar pasearme por las vistas de cada una...decidí jugar para luego parar, y saborear.

lunes, 17 de junio de 2013

La sombra de lo que fuimos

A los viejos sólo nos queda Carlitos Santana>>, pensó el veterano, y se acordó de otro anciano que cuarenta años atrás tuvo la misma idea, con la diferencia de un apellido, y que la dijo mientras le servía una copa de vino.

 - A los viejo sólo nos queda Carlitos Gardel, salud por el morocho - suspiró entonces su abuelo, mirando con nostalgia el color rubí del vino.
La sombra de lo que fuimos. Luis Sepúlveda.





Opinión: Lectura amena y accesible. A pesar de tener una trama un poco rocambolesca,  pienso que se pueden sacar buenas cosas de él; sólo hay que dejar de lado la historia y buscar qué quiere decir no que dice.  Buena lectura  que me sirvió  para viajar por la historia y saltar de pregunta en pregunta.

domingo, 2 de junio de 2013

Llueve sobre Berlin

Llueve sobre Berlín aguacero de junio,
para limpiar esas calles embarradas,
por harapos de mendigos ensuciadas
de almas varadas, sin vuelo de unicornio.

Descarga el aguacero de lágrimas,
no hay batalla ni uno de mayo,
no hay brazos en alto con banderas tricolor
y tu nombre se borró de la historia.

Regueros corren por las calles y los parques,
limpieza de gente con olor a tierra mojada,
fuerzas perdidas por el peso de la política,
futuro desecho por la inanición de las juventudes.

Joven guardia, joven guardia,
levanta tu brazo y tu cara en alto;
vocifera ante el burgués y opresor.
Joven guardia, joven guardia
no le temas a la lluvia, sal y lucha.

Que las rosas nos muestren el camino,
que el trece nos enseñe el coraje,
que tus calles se vistan de risas,
que la ilusión prenda la mecha de niños.

Porque comienza una lucha y otro camino,
miedo que me acompaña pero no debilita,
porque quiero ser fuerte como las rosas
y que el aguacero sólo me dé resistencia,
porque tu fuerza... no cayó en el olvido.


viernes, 31 de mayo de 2013

La teoría de las nubes

Cuando Virginie Latour empieza a trabajar para Akira Kumo, evidentemente nunca en toda su vida ha pensado en las nubes. En general, como todo el mundo,casi nunca ha pensado en las nubes. En general, como todo el mundo, casi nunca ha pensado; y si lo ha hecho ha sido solo un poco, en último curso, los viernes por la mañana, con el fin exclusivo de redactar disertaciones de filosofía. Pero, a diferencia de muchos de sus compañeros, a Virginie Latour le gustó pensar ya en el colegio. Le gustó ese ejercicio paciente, laborioso, desértico y poblado. Después de los estudios todo ocurrió muy rápido, hubo los transportes en común, las compras y las tareas de la casa, el trabajo remunerado. Se tuvo que acabar porque el pensamiento es un trabajo, porque se requieren condiciones especiales para pensar: un poco de silencio, un poco de tiempo, un poco de regularidad, un poco de talento también. Hay que entrenar y seguramente se podría, al menos en teoría, pensar en cualquier lugar, pensar haciendo la compra, por ejemplo, pensar empujando el carrito hacia las cajas. Pero está la música, están las luces demasiado blancas, están las variaciones de temperatura entre el sector de ropa y el de las neveras frigoríficas, que dan dolores de cabeza. Y, sin embargo, Virginie se había prometido ir con cuidado: había temido tanto, cuando empezó a trabajar de verdad, no pensar nunca más, que había decidido reservar cada semana media hora, sentada en una habitación bien calentada, sobre el sofá, solo para pensar. Y naturalmente, cada vez había pasado lo que tenía que pasar: se había adormecido.
La teoría de las nubes. Stéphane Audeguy.

Opinión: Es un libro que nunca pensé leer, igual que no pensé que existiera un libro que no fuese científico que hablase de esa acumulación de aguas y partículas varias que se encuentran en el cielo. Creo que la autora tiene una buena forma de contar la historia y de parar justo en el momento para hacer pensar al lector. Si lo lees probablemente no te aporte mucho el libro, pero al final descubrirás que lo importante es lo que tu sacas pensando. Finalmente, buena lectura, sobre todo mirando las nubes en un día de lluvia y escuchando las gotas caer