sábado, 24 de agosto de 2013

Por fin te busqué

 Amé, quise, y complací a otros hombres y mujeres intentando encontrarte. Me perdí en sus caricias, para tapar tu ausencia. Me convencí  de sus palabras por necesidad de que mis oídos oyeran palabras de cariño.

 Me embarqué en viajes, cambios de vida y retos, me embarqué en proyectos intentando ser lo que tú querías. Me vendí, a los que esperaban escuchar que era como querían ellos. Me disfracé de lo que era real dentro del espejismo.

 Estudié, trabajé y empeñé mi tiempo para que te gustara, me aceptaras y fueras feliz en la ilusión de que yo estaba siendo lo que deseabas.

 Me perdí, me perdí por ti. Por no quererte ni aceptarte, por no escucharte ni mirarte, por no aceptar tu personalidad ni tus decisiones... y con todo ello sólo me perdí.

Algo cambió, algo se ha transformado. Hoy me he dado cuenta que no te debes al mundo, sino que tu mundo se ve en empate técnico de tenerte. Ahora oigo tus consejos, pues los creo importantes, potentes. Miro tu cara y sé que no es rabia con lo que me miras; sólo debo mirarte y atender a lo que sientes. Sé que te equivocaste, que lo harás y probablemente mucho más que ahora; lo sé y lo acepto; pues sé que lo haces contemplando tus miedos y voluntades, tus riesgos y tus verdades. Con ello vives y con eso decides. Es lo correcto, vives en tu piel con tus circunstancias y vivencias. Tú eres tú, y yo  tras cambios, viajes y momentos vividos ante un lago te digo que no se está a solas. 

 Hoy te prometo que ya no te voy a desterrar, para que salgas sólo en los momentos de soledad en los que te dejo en tu merecida libertad; te dejo libre para que convivas por un corto espacio de tiempo con ese sol que se esconde, esa agua que corre y esas notas que se oyen. Que te hermanes con las cosas efímeras como tu libertad. Igual de real que todas esas cosas, y supe que era hora de declararte, real y permanente. 

 Acepto que existes  y que si al fin me encontré es porque por fin a mi otra mitad busqué, e incorporé. Desde ahora podré avanzar segura, y todo porque...


... POR FIN TE BUSQUÉ.















miércoles, 7 de agosto de 2013

L-L-U-V-I-A

El cielo se ha iluminado de blanco, se ha vuelto a partir por rayas intermitentes, se ha descompuesto con estrepitosos sonidos. El mundo parecía que se acababa, perseguido por un montón de puertas y ventanas cerrándose de golpe para jugar al pilla pilla con un viento silbante y potente, un viento enfurecido. Parecía que se iba a quedar ahí, pero todos sabemos que no, sabemos que viene después y siempre lo esperamos con un nudo en el estómago, por pequeño que sea existe. Experimentamos esa espera antes de escuchar los primeros repiqueteos quedos sobre algún saliente, y ahí es justo cuando sabemos que todo acaba de empezar. Exhalamos el aire que teníamos retenido y con calma agudizamos el oído hasta oír la fuerza imparable de una cantidad inmensa de gotas gordas de agua inundar el seco suelo que encuentran a su paso. Ya comenzó, ya pasó todo. Ya es cierto, es seguro....llueve. 

Llueve, es cuando la gente empieza a reaccionar diferente. Cuando la certeza está instaurada, cuando la cortina de agua cubre toda superficie aérea a descubierto. 
Están los que se hermetizan, cierran su habitáculo y se evaden de lo que pasa en el mundo exterior. Algunos lo harán por miedo, otros por fastidio, otros simplemente serán tan pulcros que preferirán la limpieza impoluta que el disfrutar de un fenómeno natural y poderoso como es sentir llover. 
Después estarán los considerados locos, raros y extravagantes, eso que siempre se le dice a los que se salen de la mayoría. Estos saldrán a la calle. al balcón o a cualquier lugar que les permita sentir el fenómeno en todo se poderío. Sabrán el tacto que tienen cuando impactan centenares de gotas de agua sobre su piel, esa sensación de pequeñas presiones, como si unos diminutos dedos te hicieran un masaje allá donde se encuentran agua y piel. Tras esto, las gotas no desaparecen, sino que algunas continuarán su andanza buscando algo más, algún tejido que empapar, unirse a sus hermanas formando charcos y acumulaciones... o, mis favoritas, las que resbalan por mis mejillas, saludan a mis labios y se quedan a pasar la velada en mi boca, esas son las que paladeo con gusto. Con ellas se es capaz de saborear la lluvia, siempre saben a algo diferente,... saben a ese día, saben a sitios por donde pasaste, o a la crema/colonia que te pusiste ese día, saben a trabajo, y hay días que saben hasta a quién te besó poco antes de que te empapes de agua bajo gotas corrientes de agua... Ellos saben vivir la vida.
Como no todo es blanco o negro, están los que la disfrutan con tres sentidos, o los anteriores que por impedimentos en ese momento no pueden ser locos vagando bajo una placentera lluvia. Aquellos compartirán con los que andan bajo la lluvia aún tres sentidos más. Olerán lo nítido y fragante que se vuelve el mundo. Todo cambia, todo se intensifica y mejora, la tierra, las flores, hasta el asfalto es más ligero cuando la lluvia está refrescando el cargado ambiente urbano. Ver la lluvia caer, es sumergirte en un mundo acuático y transformado, una cortina transparente modifica todas las formas y tiende una mano a las líneas divergentes. Ver llover es saber que estás viendo algo poderoso, es apreciar la formación de charcos, de corrientes de miles de ondas que se expanden y repiten al caer más y más gotas. Pero si observas llover verás más cosas, verás como el ritmo de la ciudad o pueblo o lugar en el que se encuentre el observador cambia, se modifica, se acelera; a la vez hay una calma como toque de queda, nadie queda en las calles, nadie se oye hablar, ni reír, que es lo más triste. Al fin la oyes, oye el estrellarse, el chocar y la fuerza con las que impactan las gotas. Oye la quietud en la que deja todo, oye el comunicarse de pájaros que no saben dónde resguardarse...oyes, oyes todo lo que quieran tus oídos interpretar. La pureza que provoca esta limpieza natural, oyes la naturaleza hablando e intentando que los humanos la escuchemos, oyes a unos locos divertirse bajo un manto de agua, oyes a unos pobres que se quejan de ese agua tan necesaria, pues no saben hacer otra cosa que protestar por todo. Oyes tu corazón, tu respiración, tu yo que quiere encontrarse contigo.

Hoy ha llovido de nuevo, la lluvia volvió a caer sobre la ciudad y sus habitantes. Hoy volvió a mojar sobre llovido.....volvió a pasar igual que siempre, y hoy, yo, me revelé. No he corrido ni me he refugiado; no la maldije ni me cabree. No,hoy sabía que iba a ser diferente desde que la vi, desde que la olí, pero sobre todo desde que la oí. La he enfrentado con la cabeza bien alta, sí hoy fui un loco carruaje, respiré hondo desde la puerta abierta y me encaminé a su búsqueda. No sabía que vería desde esa perspectiva, nunca lo había hecho, nunca había caminado lentamente bajo la lluvia como si mojarse no fuese algo preocupante,... me ha extrañado lo observado. Todos corren como locos buscando cornisas, compartiendo tres un diminuto paragüa que no libra a una sola persona de un aguacero, pero todos me miraban como extrañados de que el agua no me importase, no me quemara y me hiciera buscar una trinchera en la que resguardarme. Las sirenas se han duplicado y los bomberos, cómicamente, han tomado las calles; los policías iban sin sus famosa luces azules. Todo ha cambiado. Mientras yo andaba los pasos al mismo ritmo que lo hacía esta mañana bajo un sol furioso. 

Me he sentido bien dando este paso, pero lo que me lleva a escribir es los pensamientos que mi inundaron mientras la dulce lluvia caía sobre el adoquín. ¿Por qué odiamos que nos moje la lluvia?Por qué le huimos, si no nos moja más que cuando nos bañamos en el mar, piscina o lago (a elegir). Por qué la odiamos, si nos moja y nos da esa sensación de asquerosidad, si es agua, y luego nos pasamos el día bajo la ducha quitándonos capas de protección cutánea una tras otra. Por qué le corremos a la lluvia, por qué detestamos esa sensación de humedad, si esta es la misma o parecida a la que experimentamos haciendo deporte, tras unos minutos de estar tumbados al sol o tras una sesión de apasionado sexo...¿ahí no corremos?ahí si lo hacemos, ahí nos sentimos orgullosos y poderosos, nos sentimos divinos y gratificados.ahí nos quedamos y permanecemos inalterados. Pues queridos lectores es lo mismo, es agua, es sensaciones, es vida.

Dediquémonos a no ser tan normales, seamos raros, excéntricos y hasta poco cuerdos, si con ello conseguimos ser más naturales, más nosotros. Busquemos nuestra alegría, lo que nos da paz y nos hace felices. No pensemos en las costumbres aprendidas tras siglos de protocolos y buenos modales sociales, con el único mérito de que nadie sobresalga por encima de los poderosos. Rompamos esas absurdas cadenas y sonriamos a la vida,... Yo sé que se puede, hoy lo conseguí y aunque mañana vuelva a ser una borrega más, hoy soy una poco cuerda disfrutando de la noche de tormenta. LA próxima vez, espero que algún loco lector decida vivir la vida y no verla en plan película.

Hoy hay vida, y aquí... lluvia.

lunes, 5 de agosto de 2013

En tus brazos




No dice nada, sólo es el sentir de la música y las reflexiones a las que cada uno quiera llegar. Me gustó por la profundidad hasta la que me dejó que me planteara cosas (toma de riendas, no superación, complicidad, vida...). Si les gusta, será un buen descubrimiento.


Dirección: Edouard Jouret, Matthieu Landour y François-Xavier Goby
Música; El huracán [Los auténticos reyes].
Sonido: Javier Marsais