jueves, 5 de septiembre de 2013

Momentos de café

 El sol tímido de la mañana empieza a despertar. Corre una fresca brisa que al tropezarse con los habitantes de la ciudad los hace estremecer. Es aún pronto para que el sol caliente, mas buena hora para que turistas dirigidos por guías de todos los idiomas y aspectos comiencen a llegar como una horda de mongoles a la conquista de monumentos que referenciar tras el viaje. Am Markt va cobrando vida poco a poco, los músicos ambulantes afinan sus maltrechos instrumentos. En un intento de que sus notas gusten al observador tanto como para hacer una buena jornada de recogida de monedas, tanto como los trotamúsicos siguen atrayendo a gente hasta este recóndito lugar.

 La brisa juega con los pañuelos de las señoras acicaladas con sus atavíos de viaje turístico, se enreda en sus cabellos peinados para la ocasión; se enreda mientras no deja prender un cigarro a un deteriorado caballero.

 Virgine lo observa desde su estratégica silla en la esquina trasera de la cafetería de la plaza. Sentada al sol, como en tantas películas que ha visto, juega a tener una vida de Hollywood. Revolotea con la idea de estar dentro de la película, en ella que los colores serán cálidos y la buena música acompañará al ritmo de sus pensamientos.

 Esta noche no ha podido pegar ojo. Después de leer ayer en su ordenador, modelo de primero de siglo, que la última oportunidad se seguir adelante se esfumaba, como el humo de un cigarrillo tras espirar la última calada. Tras que le comunicaran la última negativa a su búsqueda de trabajo, a su desgarbado curriculum. Con ese "NO" todo cambia... el banco le pisa los talones con facturas impagables; sus caseros por amables que sean le dijeron que era el último mes que la dejaban sólo pagando los gastos. Eran una pareja de ancianos, gente encantadora, canosos, arrugaditos como pasas y siempre cómplices entre ellos mismos. Pareja que sabía que era vivir malos tiempos, ellos los pasaron, aún así Virgine entendía que a pesar de ello todos necesitaban el dinero para vivir, hasta en la última etapa de la vida.

 Virgine sabía que ese no era el caer en un mar sin fondo, era saltar de un avión a dos kilómetros sin paracaídas. Era peor que tocar fondo,ya que en este caso tendría que intentar salir a la superficie sin tomar impulso... era en resumidas palabras "el reto de su vida".

 Tras una noche de insomnio, de maldiciones y dolor de estómago. Tras más horas interminables y oscuras, en algún momento sus cortinas empezaron a clarearse,en las calles se oyeron los sonidos inconfundibles de los nuevos vivos de ese día en la ciudad y el mundo comenzó ha rodar de nuevo vital e imparable. Demasiados bucles, suficientes espirales descendentes había creado para seguir a esas alturas en el mismo punto de partida, en la canción introductoria de la película. No se iba a morir por ello, el mundo se le complicaría, los tonos se les apagarían, pero por triste que fuese eso era todo, en ese teorema sólo le quedaba seguir andando hacia delante, o hacia donde fuese, pero seguir.

 No se lo planteó, se levantó y se sumergió bajo una ducha de agua caliente y jabón oloroso  de almendras y miel. Se quitó las telarañas de las tinieblas de la noche. Con algo más de lucidez y más sol en la calle, se dirigió al armario, no sabía que ponerse así que sólo miraba para ver que le apetecía. En un momento el armario se iluminó y resplandeció su vestido largo azul y supo que se disfrazaría hoy del ayer, de los buenos tiempos. Una vez lista y calzada en sus mejores zapatos salió a enfrentarse al mundo como debería hacer con su futuro, pero eso era otro tema.

 En este momento se veía a si misma, como a través del objetivo de una cámara, tomándose un café, que le quitaría el desayuno de una semana en la situación en la que se encontraba, pero cómo le apetecía. Demasiado lo pensará después, lo sabe como un guión que se repite siempre, como lección aprendida, pues siempre hace lo mismo, pensar.

 El músico empieza a despertar a la ciudad. Las notas salen y al tercer compás Virgine reconoce la mejor y peor canción para el momento... "La vie en rose". Se ríe con ella misma, pero no hay otra que encaje más en el momento y con lo que hace. Hoy juega a vivir en una película, hoy juega a ser diva, y... la canción es perfecta. Siempre le gustó hacer eso, transformarse y disfrutar de un café en una zona bella. Ser igual que las protagonistas de sus películas favoritas... eso y filmar mentalmente ese momento para crear y agrandar su álbum imaginario de "Momentos de café". Desde el último el tiempo se ha extendido mucho. No se acuerda en este momento del último y menos puede intuir cuando será el siguiente. Eso no importa...

 Respira el aire fresco de la mañana, se recuesta sobre su silla de mimbre y comienza a gravar todas las escenas que compondrá la futura proyección de este actual momento. El mañana lo va a luchar, aunque no sepa cómo, pero el hoy... ese lo va a disfrutar, y a vivir.