sábado, 23 de noviembre de 2013

Danza de Dragones

Daenerys

  Oía al muerto que subía por las escaleras. Lo precedía el sonido lento y acompasado de las pisadas que resonaban entre las columnas violáceas del vestíbulo. Daenerys Targaryen lo aguardaba sentada en el banco de ébano que había designado como trono. Tenía los ojos cargados de sueño,y la melena de oro y plata, revuelta.
  —No hace falta que veáis esto, alteza —dijo ser Barristan Selmy, lord comandante de la Guardia de la Reina. 
  —Ha muerto por mí.
  Dany se apretó la piel de león contra el pecho. Debajo solo llevaba una túnica de lino blanco que le llegaba por medio muslo. Cuando Missandeila despertó estaba soñando con una casa que tenía una puerta roja. Nohabía tenido tiempo de vestirse.
  —Khaleesi —le susurró Irri—, no toquéis al muerto. Tocar a los muertos trae mala suerte. 
  —A no ser que los toque quien los ha matado. —Jhiqui era de constitución más corpulenta que Irri; tenía caderas anchas y pecho generoso— .Lo sabe todo el mundo.
  —Lo sabe todo el mundo —corroboró Irri.
  En cuestión de caballos, los dothrakis no tenían rival, pero en otros temas podían llegar a ser completos idiotas. «Además, no son más que unas niñas.» Sus doncellas tenían su misma edad; parecían mujeres adultas, con melena negra, piel cobriza y ojos rasgados, pero en el fondo no eran sino chiquillas. Se las habían regalado cuando se casó con Khal Drogo, y el propio Drogo fue quien le regaló la piel que vestía, la cabeza y el cuero de un hrakkar, el león blanco del mar dothraki. Le quedaba demasiado grande y olía a moho, pero la hacía sentir como si su sol y estrellas estuviera aún a su lado.
  Gusano Gris fue el primero en llegar por las escaleras, con una tea en la mano. Tres púas remataban su casco de bronce. Lo seguían cuatroinmaculados, que llevaban sobre los hombros al muerto. Los cascos deestos solo lucían una púa, y tenían los rostros tan inexpresivos que pare-cían también repujados en bronce. Depositaron el cadáver a sus pies. Ser Barristan retiró la mortaja ensangrentada, y Gusano Gris bajó la tea para que pudiera verlo.
  El rostro del muerto era suave y lampiño, aunque le habían rajado las mejillas de oreja a oreja. En vida había sido alto, con los ojos azules y la piel clara.
Danza de dragones. Canción de hielo y fuego/5.  George R. R. Martin


Opinión: A pesar de seguir con una trama expectante, hay momentos en los que el ritmo se pierde debido a la longitud temporal y la amplitud de personajes con los que trata Martin. Una vez más el autor deja a los lectores con un final inesperado e impactante, deja la ansiedad suspendida de querer saber que pasa con los personajes que aún quedan. A mi parecer es demasiado largo este libro para lo poco que resuelve. Es cierto que leeré el siguiente tomo, aunque he de reconocer que ya deseo leer el final más que una otra etapa más de la vida de estos personajes. 

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