viernes, 10 de enero de 2014

El viaje del elefante

Por más incongruente que le pueda parecer a quien no ande al tanto de la importancia de las alcobas, sean éstas sacramentadas, laicas o irregulares, en el buen funcionamiento de las administraciones públicas, el primer paso del extraordinario viaje de un elefante a Austria que nos proponemos narrar fue dado en los reales aposentos de la corte portuguesa, más o menos a la hora de irse a la cama. Quede ya registrado que no es obra de la simple casualidad que hayan sido aquí utilizadas estas imprecisas palabras, más o menos. De este modo, quedamos dispensados, con manifiesta elegancia, de entrar en pormenores de orden físico y fisiológico algo sórdidos, y casi siempre ridículos, que, puestos tal que así sobre el papel, ofenderían el catolicismo estricto de don juan, el tercero, rey de portugal y de los algarbes, y de doña catalina de austria, su esposa y futura abuela de aquel don sebastián que irá a pelear a alcácer-quivir y allí morirá en el primer envite, o en el segundo, aunque no falta quien afirme que feneció por enfermedad en la víspera de la batalla. Con ceñuda expresión, he aquí lo que el rey comenzó diciéndole a la reina, Estoy dudando, señora, Qué, mi señor,
El viaje del elefante. José Saramago

Opinión: La lectura se hace muy pesada debido al exceso de retórica, la continuidad permanente del relato y la poca acción que se produce en él. Saramago posee un buen dominio del lenguaje pues no es fácil crear un libro de este estilo de expresión. Como lectora debo reconocer que elegí el libro por que me sonaba el autor, pero me ha decepcionado bastante, no encuentro interesante la trama del libro ni atrayente la forma de contar, por último el final unas líneas precipitadas. No lo recomiendo.

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